El azote de Dios.
Por donde pasaba Atila con su caballo, ya no crecía la hierba, pues dejaba tras de si un reguero de pánico y destrucción.
Atila murió hace cientos de años...pero volvió a reencarnarse.
Ahora vive en mi casa y pronto cumplirá dos años.
No hay nada los suficientemente inexpugnable para él, todo puede ser derruido, escalado, destrozado y saltado...a su debido tiempo. Solo tiene que esperar, paciente e inexorable, como la gota malaya.
Yo tengo uno igual. Todo lo q toca lo jode!
ResponderEliminarMi primer comentario chispas!!
EliminarQue ilusión, casi me equivoco y en vez de darle a publicar le doy a eliminar.
Pues si, nosotros ya nos hemos acostumbrado a esa forma de ser, implacable y asalvajado.